SALÓN DE ANUBIS
o La
Academia de Lilí y Danté |
(foto: © David Ruano / TNC) |
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Notas sobre la obra |
- Los dos personajes Danté y Lilí son dobles en el sentido de que son dos presentadores de Cabaret y, a la vez, dos figuras arquetípicas simbolizadas por las máscaras de Thot i Anubis (dioses egipcios tradicionalmente asociados al juicio de los muertos: Thot como guía y escribano, y Anubis como el acompañante del alma). Esta dualidad simbólica se extiende a sus respectivas condiciones masculina y femenina: él como el guía encargado de mostrar al difunto su nueva condición, ella como la presencia telúrica que tiene poderes de vida y de muerte.
- La dualidad de los personajes de Danté y Lilí impregna igualmente a los otros dos de la obra: el Invitado es un espectador que ha sido llamado al escenario, pero es también el difunto que acaba de morir. En el transcurso de la obra, hay una clara evolución del Invitado: a medida que empequeñece, adquiere más conciencia de su condición de difunto. Una conciencia que se expresa indirectamente a través de las estrofas de desconcierto, de búsqueda, de retorno y de nostalgia de la infancia, y que sólo al final será realmente atendida. Rosa, la mujer del Invitado, también es un claro personaje doble: espectadora esposa del Invitado, y la mujer del difunto que vive el drama de la muerte.
- La magia es el hilo que mantiene la ficción del Cabaret y, a la vez, es el artificio que permite jugar con la dualidad básica de la obra: las cosas son y no son lo que aparentan ser. El misterio que siempre acompaña a los efectos mágicos de escenario se corresponde con el misterio de los personajes que viven esta doble condición de estar vivos y muertos a la vez. La magia sostiene esta ilusión de ser dos cosas contradictorias: verdad y mentira, vida y muerte…
- La obra parte de la idea de que el punt de vista correcto es el del “muerto”. Es decir, sólo aquél que no tenga nada que perder porque ya lo ha perdido todo, puede tener una actitud de objetividad frente a la vida. El Salón de Anubis o Academia de Lilí&Danté es el lugar dónde se aprenden estas evidencias. La muerte en el escenario debe entenderse pues en un sentido real y simbólico. Sólo desde esta doble condición es posible entrar en los misterios de la muerte.
- La obra no postula ninguna visión o creencia de “Más Allá” sino que tan solo plantea el tema a un nivel simbólico: la muerte como un espejo-bisagra en el que la vida pasada aparece doble, sobrepuesta sobre si misma. Lo que vemos en el “Más Allá” no es más que el reflejo extendido sobre la vida vivida, que se estira como un “tapiz doble” ante nosotros. Para que se produzca este “despliegue doble”, es necesario pasar por la experiencia de la muerte simbólica en el escenario.
- La muerte del personaje en la obra se expresa a través de un proceso de contínuo empequeñecimiento –del mismo modo que en las experiencias chamánicas tradicionales, se realiza a través de la desmembración de la figura humana. La música es la compañía esencial de todo este proceso: los tambores en las ceremonias tradicionales, el canto y el acompañamiento orquestal en nuestro caso. La música es pues el conductor ceremonial, el espacio dónde tienen lugar las transformaciones, con sus atmósferas espaciales y temporales de luz y de sonido.
- La música tiene la función, por lo tanto, de conducir a los personajes y a los espectadores por los diferentes niveles simbólicos y vivenciales de la obra, guiándolos en este proceso de dualidades existenciales, de transformación del personaje, de toma de conciencia de su condición humana.
- Hay un registro que cruza tota la obra de arriba abajo: el del cabaret, encargado de hilar las diferentes escenas entre si. Como siempre, el cabaret aúna verdad y ficción, alegría y tristeza, belleza y fealdad. En este caso, el cabaret toma la forma de un espectáculo de “variedades mágicas”, cosa que le otorga un tono de misterio y de “oscuridad” añadida. Este registro tiene una clara evolución que parte de un registro inicialmente alegre y desenfadado para acabar en el dramatismo de una profunda experiencia vivencial. Esta evolución hacia lo oscuro culmina en la última escena en sombras, dónde de pronto la oscuridad deja paso a la claridad, com si con las sombras se abriesen ventanas y entrasen aires de libertad.
- El punto culminante de tota esta experiencia es la desaparición física del Invitado y su trasformación en títere (escena de la Marmita ). Una vez convertido en títere –en una simple máscara de su personalidad, en una careta– puede entonces renacer bajo una nueva condición: una vez la máscara arrancada, su habitual manipulador puede salir de la cárcel en la que vivía e iniciar un proceso final de reencuentro y liberación.
Toni Rumbau.
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